Antiguo Ministerio de Educación, de Enrique Seoane Ros

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Antiguo Ministerio de Educación, de Enrique Seoane Ros

Febrero de 2020. El Gobierno del Perú declara Patrimonio Cultural de la Nación al edificio Javier Alzamora Valdez, obra del arquitecto peruano Enrique Seoane Ros. El edificio se construye entre 1956, como sede del Ministerio de Educación, y en la actualidad aloja la Corte Superior de Justicia de Lima.

El Antiguo ministerio de educación se enclava en el proyecto de renovación urbanística del Centro Histórico de Lima durante el gobierno de Manuel Odría. El edificio se convierte en un icono arquitectónico de Lima y destaca, como la construcción más alta de la capital hasta 1974.

Seoane fusiona en su diseño, en aparente contradicción, las características del Movimiento Moderno y los elementos de la arquitectura peruana prehispánica. La inclusión de detalles tradicionales generó cierto debate respecto su congruencia en un edificio moderno, donde la funcionalidad debería predominar sobre la forma. El tiempo dio la razón al maestro peruano, y hoy se considera que la obra de Enrique Seoane Ros ofrece un estilo arquitectónico identitario del Perú.

Características del edificio Javier Alzamora Valdez

El arquitecto peruano Enrique Seoane diseña y construye el Edificio Javier Alzamora Valdez (antiguo Ministerio de Educación) entre 1951 y 1956. El proyecto cuesta 94 millones de soles, y se integra en la renovación urbanística del ensanche de la avenida Abancay.

El edificio, actual sede de la Corte Superior de Justicia, abarca 40.000 m² en el Parque Universitario, Cercado de Lima, en la esquina de las avenidas Nicolás de Piérola y Abancay, colindando con las calles Apurímac y Cotabambas.

El edificio consta de una torre central de 22 pisos, un sótano y diez ascensores, y dos edificios de 11 pisos que flanquean el volumen principal. La torre central alcanza los 87.50 metros de altura. Su estructura en concreto y acero (importando de la empresa alemana MAN), resulta novedosa en su época.

El volumen adopta una forma curva convexa que encara la esquina donde confluyen las citadas avenidas. El hall principal, de dos alturas, sigue la curva de la fachada: una serie de columnas dirigen la mirada del visitante hacia los laterales de la estancia, donde se encuentran los puntos de atención al ciudadano.

El proyecto original constaba de otro edificio gemelo enfrente del Ministerio, en un planteamiento simétrico en forma de plaza circular. Con el tiempo, la obra no se concretó y sólo se construyen el Ministerio y el sótano del otro edificio, que termina sirviendo de ubicación del centro comercial subterráneo: El Hueco.

El revestimiento de la fachada de la torre central es de cristal Sprandelite (otra novedad en Perú), y de materiales cerámicos. La decoración típica de Seoane, con cerámica de reminiscencias preincaicas, resulta evidente en los volúmenes de menor altura, donde quedan a la vista de los peatones.

En el salón principal del edificio destacan los murales de artistas, como Teodoro Núñez Ureta, Enrique Camino Brent, Carlos Quispez Asín y Juan Manuel Ugarte Eléspuru, entre otros. Las obras siguen la corriente de integración artística, en boga en mitad del siglo XX, y juntan motivos de la cultura chimú con alegorías sobre la educación del Perú (que recuerdan el uso original del edificio).

Importancia del edificio para el patrimonio del Perú

El valor histórico del edificio de Seoane radica en su valor icónico dentro de la arquitectura civil pública del Movimiento Moderno (tendencia arquitectónica dominante entre 1945 y 1965), que inspira los grandes proyectos de edificios para la Administración.

La preponderancia del Movimiento Moderno comienza con las normas de la Agrupación Espacio y termina con el cemento crudo del brutalismo arquitectónico. Se levantan edificios públicos, estadios, aeropuertos, oficinas y viviendas.

Las obras en el centro histórico de Lima, encargadas a Enrique Seoane Ros y Walter Weberhofer, muestran un nuevo lenguaje urbanístico, formal y estructural. Quedan atrás los estilos republicanos o neocoloniales, y toman su lugar estructuras que ganan en altura y funcionalidad.

Transcurrido medio siglo desde la época de efervescencia constructiva, las obras de maestros, como Héctor Velarde, Miró Quesada, Belaunde Terry y el mismo Seoane han corrido suertes dispares. En general, la conservación y mantenimiento de la mayoría de estas construcciones depende de la buena voluntad de sus propietarios.

Algunas obras desaparecieron para siempre, otras sufrieron remodelaciones que las volvieron irreconocibles, y otras se encuentran en situación de abandono. Por tales circunstancias, la declaración del antiguo Ministerio de Educación como Patrimonio Cultural de la Nación garantiza su conservación y que siga siendo un icono de Lima y del Perú.